lunes, 27 de mayo de 2013

Pecado 3



¡Hola! Me gustaría antes de nada agradecer a toda aquella gente que me sigue o que lee alguna de mis locuras. Tengo visitas de distintos puntos de la geografía mundial y es realmente reconfortante ver que esto puede llegar a sitios tan dispares. Pero he de decir que me gustaría que la gente se animara un poco más a comentar o sobre todo, a proponer ideas. Este blog está teniendo mucha más acogida de la que esperaba, pero ya que la gente lo sigue y lo lee, me gustaría de veras que todos participarais. Mil gracias de todas maneras por dedicar parte de vuestro tiempo, ese tesoro preciado, a leer esto. Estoy tremendamente agradecida.

Recopilando lo que he ido poniendo en las anteriores entradas, tengo post pendientes que he prometido como uno en el que explique la factura de la luz (estará al caer), otros post que forman parte de una cadena (los pecados por ejemplo, de los cuales llevo escrito sobre dos) y otros post que forman la mayoría, ya cerrados. He tratado de hablar sobre temas de actualidad, sobre temas que ya no son de actualidad pero que me resultaban curiosos o incluso me he atrevido a rescatar mi parte poética. Quizás falte algún post más alegre o que nos levante una sonrisa. Tengo muchas entradas pensadas y me gustaría que vosotros participarais con vuestras ideas. 

En la entrada de hoy completaré una pieza del puzle de los pecados. El siguiente del que hablaré es el odio. Trataré como siempre de que sea corto.
El odio lo describen como una emoción o un sentimiento. Yo lo definiría más bien como un reflejo. ¿Por qué? Creo que el odio se destapa en nosotros cuando existe una ausencia de amor y surge como reflejo ante un temor, ante una imagen no deseada o ante un sentimiento que no contábamos tener. Aparece ante nosotros como la salida más fácil ya que nos aporta autoconsuelo, autoconfianza y refugio. Nos permite crear un caparazón impenetrable que nos protege ante agentes externos como la confianza, la comprensión y el afecto. Por el contrario, permite que se contagien sentimientos de rencor, suspicacia y miedo. El odio es la venganza de aquel cobarde que no ha sabido enfrentarse a la realidad y desvía todas sus fuerzas a odiar a los demás y sobre todo, de odiarse a sí mismo.
Yo creo que hay dos tipos de odio: el que se ve y el que no se ve. En el primer grupo está todo el odio palpable, el odio al niño que te robó la pelota, el odio al compañero que te ha hecho daño, el odio al jefe insoportable, el odio a la suegra refunfuñona... y en el segundo grupo está el odio que nos invade poco a poco sin darnos cuenta: el odio a nosotros mismos, a nuestra forma de ser, a la vida en general, el odio a las circustancias que nos han llevado a una situación determinada, en resumen, el odio a la vida. El primer tipo de odio es el más fácil de curar, simplemente con un poco de compresión, tratando de eliminar rencores y recapacitando sobre la inutilidad de este sentimiento. Sin embargo el segundo tipo es mucho más difícil de eliminar porque es mucho más difícil de detectar. No obstante quizás sea el más extendido. La gente se pasa mitad de su vida odiándose a sí mismo y a su entorno. Y es el primer paso de la infelicidad. La medicina para este tipo de odio es, sobre todo, el conocimiento de nuestra persona, el amor por uno mismo (sin caer en la prepotencia), la eliminación del victimismo (otro de los pecados sobre los que hablaré otro día), el pensamiento positivo y sobre todo, la predisposición a querer cambiar. Todos necesitamos nuestro momento para nosotros mismos, para conocernos y saber qué queremos, a dónde queremos llegar y qué es lo que nos va a ayudar a conseguir nuestro objetivo.
Repitiéndome (suelo hacerlo a menudo), digo que hay que buscar metas en nuestra vida alcanzables que no nos hagan frustrarnos y odiarnos. Al final todo está relacionado y el hacer las cosas bien en un aspecto nos ayudará a mejorar el resto.
No me voy a extender mucho más, sólo daros un consejo: No honres con tu odio a quien no podrías honrar con tu amor.  (Friedrich Hebbel).

No hay comentarios:

Publicar un comentario