viernes, 19 de julio de 2013

Pecado 4

¡Hola a todos! Siguiendo con mi lista de pecados (recordemos que de momento he hablado del miedo, del egoísmo y del odio), hoy hablaré de la prepotencia. 

Se define como: Dominio, poder superior al de otros y, en especial, abuso de ese poder.
Curiosamente es el pecado que menos se reconoce uno como poseedor. En mi opinión es la madre de muchos. El odio hacia los demás es la base de esta casa, el egoísmo es la estructura, y el techo lo pone el miedo. Somos prepotentes porque tenemos miedo a conocernos, somos prepotentes porque no queremos conocer el mundo y somos prepotentes porque ese escudo nos protege contra agentes dañinos como la sabiduría, la humildad y la confianza. Somos prepotentes porque nos enseñaron a ser así o porque hemos adoptado esa cómoda posición. Al igual que en su día dije que todos y cada uno somos egoístas en mayor o menor medida, también me atrevo a decir que todos tenemos un punto de prepotencia. El pecado es cuando la prepotencia supera en creces a la humildad, y se puede señalar que suele ser proporcional a la ignorancia.
¿Qué consecuencias puede traer esta cualidad? ¿Qué consecuencias tendrá para un individuo el que toda su vida se haya atribuído más méritos de los que se merece? ¿Qué consecuencias tendrá precipitarse hacia el abismo del amor propio? Pues como todo los abismos, suelen tener un final, y un final doloroso. 
Es necesario distinguir dos grandes tipos de prepotencia: la prepotencia exagerada, la cual se apoya en una faceta en la que el individuo puede destacar, pero la cual es extremadamente abultada, el orgullo insano, el ego y la soberbia deambulan como Pedro por su casa. Ese individuo se siente como ser superior sobre el resto. El otro tipo de prepotencia es la interior, y todos deberíamos gozar de sus frutos. En este caso podríamos definirla más como orgullo propio que como prepotencia. Esta cualidad se basa en el respeto hacia los demás, sea cual sea la condición. Las personas que poseen este segundo tipo de prepotencia saben que destacan en un campo, pero en vez de pisar a los demás con esa cualidad, tratan de enseñar. Son personas que no se dejarán engañar y serán conscientes de su posición, pero nunca avasallarán a nadie; poseen una ambición por auto-mejorar ejemplar. 
Por tanto, os invito a todos que hagáis una breve "autorreflexión"interior y penséis si ese pequeño grado de prepotencia que tenemos es demasiado, si hemos hecho daño con ello, si nos va a llevar a algún lado y sobre todo, pensemos qué pretendemos esconder detrás de todo ello. Abandonemos poco a poco estos pecados que nos invaden, no para ir al cielo (admito que no es mi meta), sino para vivir mejor en la Tierra. 
Un abrazo!!

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