Me despierto peleando con mis sábanas que me empujan a
quedarme un poco más, la lucha sigue con mis párpados que se resisten a
abandonar el sueño fantástico que me transportaba al más recóndito de los
lugares, en el cual la naturaleza desplegaba sus alas mágicas regalándome un
paisaje asombroso.
Pero un rayo de sol apunta directo hacia mis ojos como si de
un rayo láser se tratara, arruinando cualquier esperanza de seguir divagando
por aquellos bosques maravillosos. Entonces me levanto y pongo la radio
mientras preparo un electrificante café. A continuación empieza la avalancha de
noticias que me devuelven a la realidad de mi hogar (hogar = país).
Empiezan con noticias internacionales mientras el microondas
sigue con su cuenta atrás. “La guerra en Siria se cobra nuevas víctimas,
convirtiéndose en una catástrofe comparable al genocidio de Ruanda”. Vaya energía
para empezar el día. Después de enumerar todas las catástrofes civiles que
asolan el mundo, siguen con otra esperanzadora noticia “Detroit en bancarrota”.
¿Y ya se había acabado la crisis?
En ese momento el microondas con un sonoro pitido que despierta
hasta al mismísimo Snorlax (si, tuve un pasado Pokemon) me anuncia que mi café
está listo para ser absorbido por una enorme magdalena. Continúan las noticias
y esta vez tocan las nacionales. Aquí empieza la juerga. Apuro mi café para que
no se me atragante de la rabia de sentirme engañada por esta banda. Sentirme
ultrajada por gente que dice que me representa y que hará lo posible porque mi
país vaya a mejor. ¿Es que acaso puede ir peor? ¿Acaso es posible que toda la
estructura, confianza y economía de un país esté temblando día a día por culpa
de un solo hombre? ¿Es posible que un partido político se vea amenazado por su
propio tesorero? ¿Y es posible que ese tesorero, tratando de dar la información
a cuentagotas, y tratando de ser el más listo de todos, le haya salido (de
momento) el tiro por la culata? Pero realmente me pregunto, ¿Qué clase de moral
nos gobierna capaz de robar millones y millones, capaz de chuparnos hasta la
última gota de sangre para poder mantener los yates amarrados en puerto? Pero
tranquilos, a pesar de mi pasado Pokemon, no me chupo el dedo, sé que esto pasa
en muchos países, sólo que la diferencia es que en este estamos tan
acostumbrados a que nos den por... que hemos aceptado que un poco más no pasa
nada. También sé que roban tanto de un lado como de otro. Y también sé que
seguirá pasando, porque el sistema al que estamos sometidos así lo requiere.
Pero lo que realmente me preocupa es el futuro que nos
espera.
Estamos a caballo entre un futuro económico negro (ya he hablado en
otra entrada de esto) y un futuro social aún más negro. ¿A qué me refiero con
futuro social? Me refiero, para empezar, a la sanidad: Queremos presumir de
seguridad social y la sanidad se está convirtiendo en un lujo. Se están
recortando derechos proporcionalmente al recorte en camillas, medicinas y
atención médica. Los más extremistas incluso llegan a pensar que esto es una
maniobra para ir “reduciendo” disimuladamente el sobreenvejecimiento que España
sufre debido a la emigración de los más jóvenes y al aumento de la esperanza de
vida. Yo, que soy optimista, simplemente creo que han optado por la vía fácil y
por tratar de salir de una crisis que, en mi humildísima opinión, no se va a
terminar si seguimos por este camino. También me refiero con un futuro social
negro al problema eterno de la educación del que ya tengo hablado también. Mi
carrera la estoy acabando gracias a haber conseguido beca año tras año. Pero
con las nuevas medidas que se quieren introducir, uno de esos años no habría
podido disfrutar de beca, y creedme, mis compañeros son testigos, que he
trabajado duramente curso tras curso. Estoy de acuerdo en cambios que ha habido
el año pasado: anteriormente, para no devolver la beca que te habían dado,
simplemente tenías que presentarte a un mínimo de créditos (presentarte, que no
es aprobar). Eso me parecía injusto, ya que he conocido y seguramente mucha
gente también, casos en los que esas becas han ido destinadas al último vestido
de moda o al móvil de última generación, sin importar el estudio que eso
conlleva. Una beca hay que aprovecharla para estudiar y trabajar. El Estado te
paga para que fructifiques ese dinero. Por lo cual me parece justo que tengas
que aprobar (no sólo presentarte) a un número de créditos. Ahora bien, no estoy
de acuerdo que ese porcentaje tenga que ser el 50%. Me parece excesivo. Muy
excesivo. Tampoco estoy de acuerdo en los porcentajes de créditos para que te
den la siguiente beca (Es insultante que tengas que aprobar el 85% en una
ingeniería y el 100% en medicina, entre otras), y ya no hablemos del 6,5. Si
estuviésemos en países como EEUU donde un 6,5 es muy mediocre, lo vería normal.
Pero no sé si sabe el señor Wert, en qué país estamos. En mi carrera, un 6,5 en
determinadas asignaturas, es de locura. Al menos para gente terrenal como yo.
Me he liado en este tema porque es lo que me afecta de forma más directa, y lo
que me atraganta la mayoría de los desayunos.
A un futuro económico negro nos enfrentamos por culpa de las
políticas que desde arriba nos mandan. ¿Esta era la manera de activar la
economía? ¿Subir el IVA era la manera de que la gente comprara más? ¿Subir
impuestos realmente es la forma de que alguien no se lo piense a la hora de
consumir alimentación, ropa, cultura...? No he estudiado economía, mi
experiencia es nula y mis conocimientos realmente escasos, pero mi sentido
común me dice que no.
También los más extremistas se aventuran con una nueva
división de clases, donde los ricos serán más ricos y los pobres más pobres. ¿Por
qué voy a pagarle a alguien 1000 € si hay 50 que lo harían por 500€? ¿Para qué
voy a hacer fijo a alguien o a darle un contrato decente o a darle estabilidad
laboral si hay 30 millones de parados que trabajarían en cualquier condición?
Yo, que sigo siendo optimista, espero que esto no sea así, pero también sé que
sólo se conseguirá lo contrario con movilización y concienciación social...
Noticias de ámbito territorial: "El director de Pescanova dimite". Estamos en un país de Pinochos... Es increíble que se vaya a pique una de las mayores empresas gallegas. Una empresa que han tratado de salvar bancos y entidades, el Estado, la Xunta... pero haber llegado a este extremo, haber sido gestionada de esta manera, haciendo este daño al pueblo gallego, son cosas que no se deben de permitir. "Europa obliga a devolver 2 millones a los astilleros españoles"... Mi enfado sigue creciendo y trato de pagarlo con las últimas gotas de café, pero son insuficientes. Entonces descargo mi ira con un afilado cuchillo hiriendo a la pobre mantequilla para extenderla sobre una crujiente tostada de pan. Siguen con noticias superfluas que me provocan una cierta dosis de calma.
Noticias de ámbito territorial: "El director de Pescanova dimite". Estamos en un país de Pinochos... Es increíble que se vaya a pique una de las mayores empresas gallegas. Una empresa que han tratado de salvar bancos y entidades, el Estado, la Xunta... pero haber llegado a este extremo, haber sido gestionada de esta manera, haciendo este daño al pueblo gallego, son cosas que no se deben de permitir. "Europa obliga a devolver 2 millones a los astilleros españoles"... Mi enfado sigue creciendo y trato de pagarlo con las últimas gotas de café, pero son insuficientes. Entonces descargo mi ira con un afilado cuchillo hiriendo a la pobre mantequilla para extenderla sobre una crujiente tostada de pan. Siguen con noticias superfluas que me provocan una cierta dosis de calma.
Después de que se me pase el enfado, y de que se me haya
caído la tostada por la parte de la mantequilla en el suelo, empiezo a exprimir
mi zumo de naranja. A su vez, mi intrépida gatita salta desde lo alto de la
estantería para degustar el delicioso manjar que mi tostada le ha brindado en
el suelo, mientras mi corazón aún golpea agitado por el susto del inesperado
salto.
Por último, las noticias de los deportes. “85.000 personas
han asistido a la presentación de Neymar” (pasad por alto la equívoca
cronología de los acontecimientos, una semana arriba, una semana abajo).
Entonces me pregunto qué es lo que nos preocupa en este país cuando tenemos
movilización para esto, para celebrar un ascenso, para llorar por un descenso o
para celebrar una liga, pero no para preocuparnos de nuestro futuro. Y ahí me
incluyo a mí misma. Siento pasión por el deporte y por el fútbol, pero me
parece vergonzoso el dinero que mueve y los sentimientos que mueve. Sin
embargo, mi futuro, mi dinero, y mi país es algo que cada vez me preocupa más.
Bebo el jugo de naranja y limón como un néctar exquisito y
recuerdo el sueño con el que me desperté esta mañana. Me imagino disfrutando de
esa naranja en un paisaje paradisíaco en el que la oleada de malas noticias no
haya arrasado con todas las esperanzas de la gente, en el que el sol brille en
lo alto sea cual sea la nube que trate de esconderlo, y donde la resaca de una
ola moje los pies desnudos que tratan de caminar por el difícil sendero que
este país nos ofrece.
Decidida a empezar el día con mejor humor, apago la radio,
pongo la canción “Gone gone gone” de Phillip Phillips y mientras mi voz
acompaña a la melodía, mi cabeza se pone en marcha para tratar de escribir esta
entrada.
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