sábado, 20 de julio de 2013

This is Spain



Me despierto peleando con mis sábanas que me empujan a quedarme un poco más, la lucha sigue con mis párpados que se resisten a abandonar el sueño fantástico que me transportaba al más recóndito de los lugares, en el cual la naturaleza desplegaba sus alas mágicas regalándome un paisaje asombroso.
Pero un rayo de sol apunta directo hacia mis ojos como si de un rayo láser se tratara, arruinando cualquier esperanza de seguir divagando por aquellos bosques maravillosos. Entonces me levanto y pongo la radio mientras preparo un electrificante café. A continuación empieza la avalancha de noticias que me devuelven a la realidad de mi hogar (hogar = país). 

Empiezan con noticias internacionales mientras el microondas sigue con su cuenta atrás. “La guerra en Siria se cobra nuevas víctimas, convirtiéndose en una catástrofe comparable al genocidio de Ruanda”. Vaya energía para empezar el día. Después de enumerar todas las catástrofes civiles que asolan el mundo, siguen con otra esperanzadora noticia “Detroit en bancarrota”. ¿Y ya se había acabado la crisis?

En ese momento el microondas con un sonoro pitido que despierta hasta al mismísimo Snorlax (si, tuve un pasado Pokemon) me anuncia que mi café está listo para ser absorbido por una enorme magdalena. Continúan las noticias y esta vez tocan las nacionales. Aquí empieza la juerga. Apuro mi café para que no se me atragante de la rabia de sentirme engañada por esta banda. Sentirme ultrajada por gente que dice que me representa y que hará lo posible porque mi país vaya a mejor. ¿Es que acaso puede ir peor? ¿Acaso es posible que toda la estructura, confianza y economía de un país esté temblando día a día por culpa de un solo hombre? ¿Es posible que un partido político se vea amenazado por su propio tesorero? ¿Y es posible que ese tesorero, tratando de dar la información a cuentagotas, y tratando de ser el más listo de todos, le haya salido (de momento) el tiro por la culata? Pero realmente me pregunto, ¿Qué clase de moral nos gobierna capaz de robar millones y millones, capaz de chuparnos hasta la última gota de sangre para poder mantener los yates amarrados en puerto? Pero tranquilos, a pesar de mi pasado Pokemon, no me chupo el dedo, sé que esto pasa en muchos países, sólo que la diferencia es que en este estamos tan acostumbrados a que nos den por... que hemos aceptado que un poco más no pasa nada. También sé que roban tanto de un lado como de otro. Y también sé que seguirá pasando, porque el sistema al que estamos sometidos así lo requiere.
Pero lo que realmente me preocupa es el futuro que nos espera. 

Estamos a caballo entre un futuro económico negro (ya he hablado en otra entrada de esto) y un futuro social aún más negro. ¿A qué me refiero con futuro social? Me refiero, para empezar, a la sanidad: Queremos presumir de seguridad social y la sanidad se está convirtiendo en un lujo. Se están recortando derechos proporcionalmente al recorte en camillas, medicinas y atención médica. Los más extremistas incluso llegan a pensar que esto es una maniobra para ir “reduciendo” disimuladamente el sobreenvejecimiento que España sufre debido a la emigración de los más jóvenes y al aumento de la esperanza de vida. Yo, que soy optimista, simplemente creo que han optado por la vía fácil y por tratar de salir de una crisis que, en mi humildísima opinión, no se va a terminar si seguimos por este camino. También me refiero con un futuro social negro al problema eterno de la educación del que ya tengo hablado también. Mi carrera la estoy acabando gracias a haber conseguido beca año tras año. Pero con las nuevas medidas que se quieren introducir, uno de esos años no habría podido disfrutar de beca, y creedme, mis compañeros son testigos, que he trabajado duramente curso tras curso. Estoy de acuerdo en cambios que ha habido el año pasado: anteriormente, para no devolver la beca que te habían dado, simplemente tenías que presentarte a un mínimo de créditos (presentarte, que no es aprobar). Eso me parecía injusto, ya que he conocido y seguramente mucha gente también, casos en los que esas becas han ido destinadas al último vestido de moda o al móvil de última generación, sin importar el estudio que eso conlleva. Una beca hay que aprovecharla para estudiar y trabajar. El Estado te paga para que fructifiques ese dinero. Por lo cual me parece justo que tengas que aprobar (no sólo presentarte) a un número de créditos. Ahora bien, no estoy de acuerdo que ese porcentaje tenga que ser el 50%. Me parece excesivo. Muy excesivo. Tampoco estoy de acuerdo en los porcentajes de créditos para que te den la siguiente beca (Es insultante que tengas que aprobar el 85% en una ingeniería y el 100% en medicina, entre otras), y ya no hablemos del 6,5. Si estuviésemos en países como EEUU donde un 6,5 es muy mediocre, lo vería normal. Pero no sé si sabe el señor Wert, en qué país estamos. En mi carrera, un 6,5 en determinadas asignaturas, es de locura. Al menos para gente terrenal como yo. Me he liado en este tema porque es lo que me afecta de forma más directa, y lo que me atraganta la mayoría de los desayunos.

A un futuro económico negro nos enfrentamos por culpa de las políticas que desde arriba nos mandan. ¿Esta era la manera de activar la economía? ¿Subir el IVA era la manera de que la gente comprara más? ¿Subir impuestos realmente es la forma de que alguien no se lo piense a la hora de consumir alimentación, ropa, cultura...? No he estudiado economía, mi experiencia es nula y mis conocimientos realmente escasos, pero mi sentido común me dice que no.
También los más extremistas se aventuran con una nueva división de clases, donde los ricos serán más ricos y los pobres más pobres. ¿Por qué voy a pagarle a alguien 1000 € si hay 50 que lo harían por 500€? ¿Para qué voy a hacer fijo a alguien o a darle un contrato decente o a darle estabilidad laboral si hay 30 millones de parados que trabajarían en cualquier condición? Yo, que sigo siendo optimista, espero que esto no sea así, pero también sé que sólo se conseguirá lo contrario con movilización y concienciación social...
Noticias de ámbito territorial: "El director de Pescanova dimite". Estamos en un país de Pinochos... Es increíble que se vaya a pique una de las mayores empresas gallegas. Una empresa que han tratado de salvar bancos y entidades, el Estado, la Xunta... pero haber llegado a este extremo, haber sido gestionada de esta manera, haciendo este daño al pueblo gallego, son cosas que no se deben de permitir. "Europa obliga a devolver 2 millones a los astilleros españoles"... Mi enfado sigue creciendo y trato de pagarlo con las últimas gotas de café, pero son insuficientes. Entonces descargo mi ira con un afilado cuchillo hiriendo a la pobre mantequilla para extenderla sobre una crujiente tostada de pan. Siguen con noticias superfluas que me provocan una cierta dosis de calma.

Después de que se me pase el enfado, y de que se me haya caído la tostada por la parte de la mantequilla en el suelo, empiezo a exprimir mi zumo de naranja. A su vez, mi intrépida gatita salta desde lo alto de la estantería para degustar el delicioso manjar que mi tostada le ha brindado en el suelo, mientras mi corazón aún golpea agitado por el susto del inesperado salto. 

Por último, las noticias de los deportes. “85.000 personas han asistido a la presentación de Neymar” (pasad por alto la equívoca cronología de los acontecimientos, una semana arriba, una semana abajo). Entonces me pregunto qué es lo que nos preocupa en este país cuando tenemos movilización para esto, para celebrar un ascenso, para llorar por un descenso o para celebrar una liga, pero no para preocuparnos de nuestro futuro. Y ahí me incluyo a mí misma. Siento pasión por el deporte y por el fútbol, pero me parece vergonzoso el dinero que mueve y los sentimientos que mueve. Sin embargo, mi futuro, mi dinero, y mi país es algo que cada vez me preocupa más. 

Bebo el jugo de naranja y limón como un néctar exquisito y recuerdo el sueño con el que me desperté esta mañana. Me imagino disfrutando de esa naranja en un paisaje paradisíaco en el que la oleada de malas noticias no haya arrasado con todas las esperanzas de la gente, en el que el sol brille en lo alto sea cual sea la nube que trate de esconderlo, y donde la resaca de una ola moje los pies desnudos que tratan de caminar por el difícil sendero que este país nos ofrece.
Decidida a empezar el día con mejor humor, apago la radio, pongo la canción “Gone gone gone” de Phillip Phillips y mientras mi voz acompaña a la melodía, mi cabeza se pone en marcha para tratar de escribir esta entrada.

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